Nunca entendí que te alejó ¿Qué error cometí?¿Qué absurdo, tonto, simple o burdo paso salteé?
Nuestra química era perfecta: eramos diamantes en bruto puliéndonos entre palabras, caricias, entre sueños. Eramos la fórmula perfecta para la eterna juventud.
El día menos pensado, tu mano se volvió áspera, lejana, al punto de no poder reconocerla. Comencé a extrañarte entre lágrimas de vino, whisky, tequila y otros venenos con sabor a alcohol.
El reloj aceleró mi pulso y el pulso presionó mi cerebro. Mis ojos se volvieron microscopios y te encontré. Sí, te atrapé cual ratón en trampera. Conocí su perfume, su labial, supe donde vivía y hasta los días en que la veías. Entonces juré imitarte, no por rencor si no para comprenderte.
Probé el color de otras pieles, el calor de otros suspiros y entendí que los tuyos no eran nada a comparación de aquellos que me hacían estremecer.
Ahora logro entenderte, la infidelidad no es conmigo, es con ella. El verdadero engaño es mío.
Llegas a casa y no lo entendés, las maletas tras la puerta y yo, dentro, bebiéndome las antiguas lágrimas en finas copas de cristal.
Nuestra química era perfecta: eramos diamantes en bruto puliéndonos entre palabras, caricias, entre sueños. Eramos la fórmula perfecta para la eterna juventud.
El día menos pensado, tu mano se volvió áspera, lejana, al punto de no poder reconocerla. Comencé a extrañarte entre lágrimas de vino, whisky, tequila y otros venenos con sabor a alcohol.
El reloj aceleró mi pulso y el pulso presionó mi cerebro. Mis ojos se volvieron microscopios y te encontré. Sí, te atrapé cual ratón en trampera. Conocí su perfume, su labial, supe donde vivía y hasta los días en que la veías. Entonces juré imitarte, no por rencor si no para comprenderte.
Probé el color de otras pieles, el calor de otros suspiros y entendí que los tuyos no eran nada a comparación de aquellos que me hacían estremecer.
Ahora logro entenderte, la infidelidad no es conmigo, es con ella. El verdadero engaño es mío.
Llegas a casa y no lo entendés, las maletas tras la puerta y yo, dentro, bebiéndome las antiguas lágrimas en finas copas de cristal.